Inicio › Foros › Foro del curso Deconstruyendo practicas machistas › La redefinición actual de la masculinidad patriarcal › Respuesta a: La redefinición actual de la masculinidad patriarcal
La pregunta planteada en el foro, pone el foco en la cuestión y debate, académico, político y social, acerca de la vigencia del concepto de masculinidad patriarcal en la actualidad, la prevalencia o no de la definición así como las diferentes expresiones conceptuales: tradicional, hegemónica, cómplice, entre otras asociadas al termino “patriarcal”. Quisiera matizar dos consideraciones, en primer lugar “masculinidad patriarcal” define un posicionamiento y una perspectiva feminista y sociológica a partir de la segunda ola o feminismo radical, que a día de hoy se utiliza en muchos foros de forma sinónima a “tradicional” o “hegemónica” aunque tiene consideraciones conceptuales diferentes cada uno de esos términos. Y en segundo lugar habría que matizar que hoy en día existen referencias a “nuevas masculinidades”, “masculinidades alternativas”, estás, al igual que las referidas con anterioridad deben considerarse como un proceso personal que puede conllevar movimientos sociales, como los grupos de hombres por la igualdad, y no deben ser tomadas como un adjetivo a la masculinidad, al entender que los varones nos socializamos en el mismo sistema social, por lo tanto entendiendo la identidad subjetiva masculina como proceso, se debe considerar dichas “nuevas” o “alternativas” masculinidades un proceso de cambio, de deconstrucción.
Esto es importante puesto que nos lleva tener presente varias cuestiones. En primer lugar se considera que la masculinidad no puede ser pensada como un concepto que cobra sentido por sí mismo, su comprensión se instala dentro de un sistema sexo/género específico, en un contexto sociohistórico concreto, y en éste, tanto la masculinidad como la feminidad se encuentran mutuamente implicadas y la posición que una ocupe tiende a definir y a afectarse por la que la otra parte ocupe como indican diferentes autores. Esta noción es y fue fundamental para generar nuevas comprensiones respecto a los varones y la masculinidad, propone la existencia de diferentes formas de masculinidad, y no de la existencia de un modelo único, y a su vez, que no todas sus formas de masculinidad se encuentran en la misma posición de poder, acuñando Connell por primera vez el término de masculinidad hegemónica, que construye siempre en oposición a varias masculinidades subordinadas y constituye una forma de relación que se repite en su vinculación con las mujeres. Según esta perspectiva, “la masculinidad hegemónica es el sustento del poder que se ejerce desde la superioridad masculina, asimismo implica una gran cantidad de hombres y mujeres que estén dispuestos a sostener la hegemonía, pues al no ser un dominio impuesto desde la exterioridad (dígase por la fuerza) implica un consentimiento de parte importante de la sociedad (Connell, 1987).
Al respecto indicar que “hegemónico”, tomado desde la perspectiva de Gramsci, con influencia de la perspectiva marxista y feminista, no es término que haga referencia al más extendido, que pudiera ser, sino al modelo masculino que se encuentra en el vértice jerárquico de las relaciones, y por tanto se encuentra en el referente a seguir por parte de los varones en su proceso continuo de alcanzar mayores cuotas de masculinidad, y/o no perder las alcanzadas. La noción de masculinidad hegemónica es útil, pues no se fija en un rol tradicional masculino, considerando una perspectiva dinámica y al mismo tiempo, evita caer en esencialismos biológicos, Como señala Demetriou, con su “pragmatismo dialectico”, las masculinidades hegemónicas están en un constante proceso de negociación y reconfiguración con aquellas que se encuentran subordinadas, dificultando la identificación y definición de estas prácticas de poder, control y regulación, y por tanto es posible concluir que la masculinidad hegemónica no encarna solo una forma de constituir identidades sino una estrategia de sujeción. En definitiva las masculinidades hegemónicas son capaces de apropiarse de elementos de masculinidades subordinadas que pueden parecer pragmáticamente útiles para continuar los procesos de dominación, donde el resultado no es un patrón único de hegemonías masculinas sino una especie de “muro” que incluye una multiplicidad de patrones de masculinidad, cuyo hibridismo sería la mejor estrategia posible para disfrazarse y camuflarse como un proceso de apropiación de los elementos que parecen útiles para la construcción de la masculinidad, en determinados momentos históricos. Lo que no parece útil o lo que parece dañino es eliminado o subordinado, porque no tiene un valor sociohistórico. El resultado de este proceso es una amalgama de elementos, un camuflaje en el que se encarna la mejor estrategia posible para la masculinidad hegemónica, donde se adquiere y se retiene el poder en los varones. Es por consiguiente un doble proceso por un lado se puede señalar la tipificación de un modelo masculino que se encuentre en la “cumbre” y que jerarquiza las diferentes formas de procesar la masculinidad en base a este modelo y en base a diferentes criterios de deseabilidad (utilidad, semejanzas, diferencias, etc.) y por extensión, la estructura no solo jerarquiza y define, sino que al mismo tiempo imprime y produce en determinados cuerpos estas características de deseabilidad necesarias para “ostentar” la hegemonía y por otro lado, concebir la masculinidad hegemónica es entenderla como una estrategia de dominación en sí misma, que es efectiva en tanto que es invisible, es una práctica cotidiana y sobre todo, asumida por los propios sujetos, con el pragmatismo dialéctico como un mecanismo de homogeneización de masculinidades, con la apropiación de aquellos elementos de otras masculinidades que le son pragmáticamente útiles para mantenerse vigente como modelo de dominación. A su vez este proceso provoca una sensación de una aparente tolerancia frente a otras masculinidades, que sin embargo impide la definición de otros modelos de masculinidad, en tanto diluye los límites entre una y otras. Esta práctica de difuminar límites entre masculinidades y la consecuente dificultad para que algunas formas de masculinidad se constituyan como grupos socialmente visibles es clave para entender en términos de J. Butler la “performance” de las masculinidades a día de hoy y por tanto el debate actual sobre la vigencia o pertinencia de la masculinidad “tradicional” “hegemónica” y/o “patriarcal”.